Los residuos orgánicos, cuando no son tratados, se convierten en un foco de contaminación o infección que puede afectar tanto la salud humana como animal y puede ser un problema deshacerse de ellos. En la agricultura y la producción pecuaria (ganadería, porcicultura, producción de especies menores) en pequeña escala se han venido tratando los residuos para transformarlos en abonos naturales, y en algunos casos en combustible.
Frente a la problemática de los residuos orgánicos la digestión anaeróbica (DA), en la cual las bacterias en ausencia de oxígeno degradan la materia orgánica, se convierte en una alternativa muy valiosa para dar solución a este tipo de contaminación.
Por lo tanto, los biodigestores, sistemas diseñados por el hombre para brindar tratamiento biológico, aprovechan los residuos orgánicos procedentes de actividades agropecuarias, principalmente estiércol y restos blandos de cosecha, para producir biogás (combustible) y efluente/biol (fertilizante natural) se convierten una herramienta que contribuye a mitigar la contaminación.
El biogás puede ser empleado como combustible en las cocinas, calefacción o iluminación. En medianas y grandes instalaciones se puede utilizar el biogás para alimentar un motor que genere electricidad y muchos usos más. El efluente que sale del biodigestor puede ser utilizado como acondicionador de suelos y fertilizante y enriquecido, con adición de nutrientes, se convierte en un biol, que se ha considerado como un producto secundario. Si embargo, actualmente se está tratando con la misma importancia, o mayor que el biogás, ya que provee a las familias de un fertilizante natural que mejora fuertemente el rendimiento de las cosechas y mejora las condiciones de generación de más alimentos y más sanos, en el largo plazo.
Existen diversos tipos de biodigestores, los que se presentan en esta página corresponden a los de bajo costo, que son aquellos que no requieren de sistemas activos de calefacción y/o mecanismos móviles de mezcla. De esta manera los biodigestores de bajo costo se consideran una tecnología apropiada por su bajo coste de inversión, por su fácil manejo, por requerir poco mantenimiento y por ser accesible a los pequeños productores como a los grandes.
La ventaja de los biodigestores familiares no sólo destaca por la generación de energía renovable y barata, sino que también beneficia la salud de la familia, porque el biogás no desprende humo al cocinar. Cuando la familia recoge leña para combustible, el trabajo físico que se reduce considerablemente, al ser sustituido por la carga de estiércol y agua del biodigestor, diariamente.
En la producción agropecuaria, el productor dispone de un fertilizante natural y ecológico que significa un aumento en el rendimiento de los cultivos, ya sean forrajes para la alimentación animal u otros como las hortalizas, frutales, maíz, papa, café, cebolla, quinua, etc para la alimentación humana. Además del aumento de productividad, el biol añade valor agregado ecológico a los productos, por ser cultivados libre de agroquímicos. De igual forma, los agricultores no gastan dinero en compra de fertilizantes químicos para sus cultivos y pueden tener costos de producción más bajos, y suelos de buena calidad por más tiempo.
Hace muchos siglos se observó que el biogás se generaba de forma natural en los pantanos, donde la materia orgánica enterrada bajo el lodo sufre un proceso de digestión anaerobia gracias a las bacterias presentes. Este gas fue conocido como gas de los pantanos. Los biodigestores simulan ese mismo proceso natural, donde las bacterias transforman el estiércol en biogás y fertilizante, pero de forma controlada.
Los primeros biodigestores se realizaron en China a mediados del siglo XX. Eran biodigestores hechos de ladrillo que se asemejaban a ollas de cocina gigantes enterradas y cerradas herméticamente. Debido a la laboriosidad de la obra de este tipo de biodigestores, sus costes eran altos y hacían que esta tecnología no fuese accesible a las familias pequeñas del ámbito rural con menores recursos.
A finales de los ochenta se propusieron biodigestores familiares como tecnología apropiada para el desarrollo agropecuario de los países en desarrollo, donde los costes de inversión fueron fácilmente recuperados por una familia en dos o tres años, así es como se da el nacimiento de los biodigestores de bajo costo que comenzaron a instalarse en Latinoamérica y el Caribe, iniciando por Colombia.
La actividad agropecuaria está siendo impulsada desde los gobiernos como parte de la estrategia para la reducción de la pobreza. El desarrollo agropecuario descontrolado implica ampliación de frontera agrícola, nuevos asentamientos humanos en zonas de colonización, mal uso de agroquímicos y contaminación, mal manejo de los residuos orgánicos, potencialmente contaminantes de acuíferos y ecosistemas, deforestación por consumo de leña tanto para cocinar como para usos productivos (secado de café, quesos, yogures, secado de frutas, etc.).
El consumo de leña en los hogares para cocinar, además de deforestación, implica problemas respiratorios, cáncer, irritación de ojos, y otras enfermedades, principalmente en mujeres y niños. Además, son estos dos grupos sobre los que recae la carga de trabajo de búsqueda y recogida de leña. Por todo esto, el desarrollo agropecuario debe ir acompañado de sensibilización, capacitación, promoción de tecnologías y normativas que permitan un desarrollo productivo sustentable.
Una familia que pueda disponer de unos 20 kilos de estiércol fresco al día, ya sea de dos o tres vacas, o de varios cerdos, o unas decenas de ovejas, y que tenga acceso a agua, aunque no sea potable, durante la mayor parte del año, puede introducir un biodigestor de bajo costo en su modo de producción obteniendo:
El biogás es principalmente gas metano, muy parecido al gas butano y propano que se vende en garrafas (cilindros). Se puede usar para cocinar, iluminar y calentar.
El biól producido es un fertilizante natural y gratuito, que mejora el rendimiento de los cultivos hasta un 30%. Se puede usar directo sobre la tierra, como pretratamiento sobre las semillas o de forma foliar. Si se tiene vacas lecheras, el empleo del fertilizante sobre los cultivos forrajeros como la alfalfa, aumenta su producción y calidad, y esto repercute en una mayor producción de leche de las vacas.
Al quemar el biogás para cocinar no se producen humos, y tanto los pulmones de mujeres y niños, como las paredes de la cocina y ollas dejaran de estar cubiertos de hollín negro. De esta manera se previenen enfermedades respiratorias, irritación en los ojos y otras enfermedades.
Al introducir el estiércol en el biodigestor se eliminan olores, focos de infección y moscas. El descenso en la población de moscas incide directamente reduciendo la mastitis en las vacas.
Al generar cada familia su propio combustible para cocinar ya no es necesaria la tala de árboles para convertiros en leña y se reduce la presión sobre el entorno.
El tiempo diario o semanal dedicado por las familias a recoger leña, o el dinero dedicado a la compra de combustible en las épocas de lluvias se sustituye por 20 minutos diarios que requiere el biodigestor para su carga con estiércol fresco y agua
Al ser una tecnología sencilla, es accesible a cualquier persona sin conocimientos previos. Basta con instalar de forma guiada un biodigestor para conocer a fondo la tecnología, su manejo diario, su mantenimiento y modalidad de reparaciones. Todos los materiales se pueden conseguir en el mercado local, sin ser necesario importar nada del extranjero.
El coste de un biodigestor familiar depende de su tamaño y este depende del clima. En climas fríos, el coste en materiales es entorno a 250 dólares americanos, mientras que en climas tropicales baja a 150 dólares. La inversión se recupera en dos a tres años por los ahorros producidos en gasto en combustible, tiempo y mejora de la producción.
Un biodigestor de bajo costo es un sistema sencillo y accesible que incide positivamente en varios de aspectos sobre la vida familiar, económica y productiva de los pequeños y medianos productores, sin ser una solución a todos los problemas, si es un recurso que aporta multitud de significativas mejoras.
Entre los beneficios ecológicos, es importante mencionar la reducción de la deforestación debida a consumo de leña para cocinar. También se evita contaminación por la sustitución de los agroquímicos y se administra un buen manejo de residuos ganaderos, que en casos de alta densidad, pueden llegar a contaminar acuíferos. Al disponer de un fertilizante de producción propia, el mismo terreno rinde más, y de este modo se evita la ampliación de frontera agrícola. Finalmente, al tener en cuenta el efecto invernadero y el cambio climático, se capturan las emisiones de gas metano en el biodigestor, que de otro modo irían a la atmosfera. Baste recordar que el metano incide negativamente sobre el cambio climático 23 veces más que el dióxido de carbono.
Este texto ha sido extraído del documento elaborado por Jaime Martí Herrero, miembro del Consejo Honorario de la RedBioLAC, para el programa IDEASS de Naciones Unidas
Copyright © 2024 RedBioLAC – Todos os direitos reservados.
Desenvolvido por GoDaddy
Utilizamos cookies para analizar el tráfico del sitio web y optimizar su experiencia en él. Al aceptar el uso de cookies, sus datos se agregarán a los de todos los demás usuarios.